Double Brokenhearthed.

De pronto se rompe una botella en el piso inmaculado y todo empieza a deslizarse en un tobogán blanco rodeado de almohadas. Una promesa que te hace la noche cerrándote el ojo de un puñetazo. No hay finales felices. No hay finales. Uno quisiera que el final de la vida llegara de pronto, en la mitad de una mirada, al fondo de una cerveza, en medio de un beso enredado y sofocante, pero ¿quién va a mantener el interés en esta pedazo de interminable realidad? ¿quién tendrá la fuerza para andar descorazonado todo el tiempo, esperando algo que nunga llega, decepcionando a los que te esperan? Que los créditos finales corrieran de arribabajo, con la imagen de tus ojos como lagos de inmensa calamidad de fondo, algo que indicara el final, que nos dejara por fin en paz flotando en medio del agua tibia. Summertime sonando y algo más, no sé, algo como la navidad o el chocolate.
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1979. Durango. Uno de los mayores exponentes de nada en especial. El jugador más importante en su entorno inmediato. Detractor acérrimo y amante ingenuo de la existencia.