Al final sí se trata de parar la jaula de monos que trae uno en la cabeza, soltar la silla que vibra en el viaje por el agujero del gusano, sentarse en flor de loto y cerrar los ojos en medio del estruendo de la tormenta y otras tantas imágenes de lo mismo.

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1979. Durango. Uno de los mayores exponentes de nada en especial. El jugador más importante en su entorno inmediato. Detractor acérrimo y amante ingenuo de la existencia.